KIMON NICOLAIDES nació en Washington, DC, en 1891, su primer contacto con el arte fue una familiaridad subconsciente con los objetos orientales importados por su padre. Decidió a temprana edad que quería pintar y tuvo que huir de casa para estudiar arte porque sus padres eran indiferentes a la idea. Vivió en Nueva York donde se mantenía con trabajos de todo tipo, como la elaboración de imágenes, escribiendo para un periódico e incluso actuando como extra de cine. Su padre fue, finalmente, conquistado por su obvia seriedad y financió su instrucción en la Art Students League, bajo la dirección de Bridgman, Miller y Sloan.

Después de un período de trabajo en París (1922-1923), realizó allí su primera exposición individual en la famosa galería Bernheim Jeune. De vuelta en Nueva York, expuso en el viejo Whitney Studio Club, reconvertido ahora en museo, y se dedicó a la enseñanza de la pintura.

 

Como pintor, podemos destacar de su trabajo, la originalidad del enfoque técnico, la riqueza de conceptos mentales y su persecución inquieta de nuevas experiencias estéticas.

Como profesor, durante los siguientes quince años, se convirtió, como el Art Digest escribió, “en un segundo padre” para cientos de estudiantes que pasaron por sus clases en el Art Students League de Nueva York. Escrupulosamente honesto y de altos principios, dotado de humor, riqueza y calidez de personalidad, cordura y equilibrio, su extraordinario talento para las relaciones humanas creció en su amplio contacto con un número creciente de estudiantes.

Aunque murió en 1938, a una edad trágicamente temprana, dejó gran cantidad de seguidores devotos entre los artistas jóvenes y brillantes, así como un sistema único y concreto de enseñanza del arte. 

«Cuanto antes cometas tus primeros cinco mil errores, antes podrás corregirlos.»

 

«Debes dibujar lo que parece, ni siquiera lo que es…»

 

«Todo lo que necesitas en el camino de la técnica al dibujo está ligado a la técmoca de ver, es decir, de comprender. Que, después de todo, depende principalmente del sentimiento. Si tratas de ver de la manera prescira por cualquier sistema de diseño mecánico, antiguo o nuevo, perderás el impulso fundamental. Tu dibujo se convierte en un diagrama sin sentido y el tiempo empleado se desperdicia.»